Fecha de nacimiento: 29 de Julio de 1981
Lugar de nacimiento: Oviedo (ASTURIAS)
Estatura: 1.71 cm
Color de Ojos: Marrón
Horóscopo: Leo
Principios: En 1984 a la edad de 3 años, es su primera carrera en Karting.
Residencia: En el 2006, Fernando Alonso cambió su residencia inglesa en Oxford por Suiza. Donde ha comprado una casa en la localidad de Mont-sur-Role, junto al lago Leman, en el cantón suizo de Vaud, de habla francesa. Y siempre que tiene un poco de tiempo se desplaza a su Oviedo natal.
Aficiones: Es un apasionado de los deportes. Le gusta ver cualquiera de ellos. A la hora de practicar prefiere el ciclismo, el tenis o la natación. Dice que si no hubiera sido corredor de Fórmula 1, le hubiera gustado ser Ciclista Profesional.
Juego de cartas preferido: Escoba
Su padre construyó un kart rudimentario para su hermana Lorena, pero fue Fernando el que le sacó rendimiento cuando aún no llegaba a los pedales.
UN JUEGO. ‘Nano’ Alonso se lo pasaba en grande con los karts.
Feo, fuerte y formal. La leyenda que acompañó a John Wayne durante toda su vida bien podría aplicarse a Fernando Alonso. Salvo por lo de feo, claro. Asturiano puro, de carácter casi recio. Como su padre, José Luis. No da nunca un elogio de más, ni muestra sus sentimientos salvo con sus íntimos. Y formal porque sabe distinguir entre los que le apoyan de siempre y los advenedizos. Aquel que le haya despreciado sabe que, ahora que es el hombre de moda del deporte español, no podrá tener nada de él. Una personalidad forjada desde que a los tres años se subiera por primera vez a un kart. Fue una tarde de 1984 en el párking de un centro comercial.
Los padres de Nano, como le llaman sus amigos de Asturias, nunca pudieron permitirse demasiados lujos. Vivían en una casa de 70 metros cuadrados en un barrio humilde de Oviedo. El padre trabajaba en una empresa de explosivos como maestro mecánico y la madre tenía que compaginar las tareas caseras con su labor de dependienta en El Corte Inglés, donde sigue. Tanta normalidad es rara, por otra parte, en las biografías de la F-1.
Cinco años después de que naciera Lorena, la hermana mayor, vino al mundo Fernando. Fue el 29 de julio del 81. Desde el primer momento, José Luis quiso que sus hijos cumplieran una afición frustrada suya, el kárting, donde el cabeza de familia hizo sus pinitos con veinte años. Construyó un kart rudimentario para su hija... y se estrelló. Decidió entonces que se subiera el niño. No llegaba a los pedales, pero, como dice José Luis, “no se chocaba con nada, ya iba. Yo se lo ponía al ralentí porque él no podía acelerar ni frenar y yo le acompañaba a pie. Y mira, igual que otra gente se gasta el dinero en una escopeta y se va a cazar los domingos, yo me lo gastaba en ir con mi hijo a las carreras de karts”. El niño, que reconoce que hoy en día no se acuerda de nada de aquello, pronto estaba con cuatro años participando en sus primeros grandes premios, eso sí, de pueblo. Así lo cuenta Fernando: “Íbamos a las fiestas. Allí se hacían carreras de karts para niños. Los demás tenían entre seis y siete años y, claro, siempre era el último".
Su padre define al Fernando infantil como un “chico tranquilo, pero con carácter. Siempre hizo lo que quiso y he sido yo mucho más cauto que él. Le puedo pedir tranquilidad en el coche, que él siempre va a tope. Es así desde que llegaba a los pedales”.
“Al principio empezó como un juego, pero desde los cinco o seis años se le vio que tenía más picardía que los niños de su edad”, comenta José Luis, que fue el mecánico de Fernando hasta que cumplió los doce años. Hasta 1988 Fernando “jugó” con el kart, consiguiendo su primera victoria en Pola de Laviana, en junio de 1988, donde se disputó por primera vez una carrera de infantiles, ganando ya el título ese mismo año después de ganar las 8 carreras disputadas.
Fernando no solamente era un portento al volante, sino que en el colegio del Santo Ángel de la Guarda, las notas también eran buenas y eso hizo que su madre no pusiera trabas a que padre e hijo estuvieran de circuito en circuito todos los fines de semana.
“Teníamos que construir los circuitos con pacas de paja, para que los chavales pudieran correr. Recorríamos las fiestas de los pueblos donde había carrera. Debíamos ayudar a hacer el circuito, atender a los chavales, pero era una gran satisfacción verles correr”, comenta José Luis, y por supuesto, aunque no lo diga, ver ganar a Fernando.
Con ocho años ya salió de Asturias, para ganar el campeonato gallego, además del asturiano, en categoría infantil. En el 90 repite triunfo, pero en la categoría cadete, en Asturias y en el Vasco Navarro. En 1991 las cosas comenzaban a desbordarse, ya que los desplazamientos a Madrid y a otras provincias eran continuos y el coste del material muy elevado. Consiguió el sub campeonato de España en el circuito de los Santos de la Humosa, entre Guadalajara y Madrid, luchando con Antonio García y Santiago Porteiro “No teníamos ya medios económicos para que Fernando pudiera competir más arriba. Los costos se disparaban”, comenta José Luis. “Fernando siempre fue consciente del esfuerzo que estábamos haciendo toda la familia".
"Yo acudiendo a todas las carreras para hacer de mecánico, su madre soportando las ausencias de su hijo los fines de semana, que es cuando podía estar con ella, Lorena sin ver a su hermano todo lo que quisiera y el coste económico que suponía. La única forma de salir adelante era que Fernando ganara carreras y alguien se fijara en él como piloto de futuro, ya que ningún estamento oficial, ni empresa de todas a las que pedimos ayuda nos echó una mano. Fernando sabía que seguir adelante solo dependía de él, y no falló”. En el 1992 corrió en la categoría de 100cc, gracias a un permiso especial de la Federación, ya que por su edad debía competir aun en la categoría cadete. “Siempre he sido el más joven en todas las categorías, quizás por eso estoy acostumbrado a romper ese tipo de récords, y que quizás me impresione menos de lo que debiera. Aunque parezca que no celebro todos estos logros, sí que los valoro, pero a lo mejor estoy mal acostumbrado. Siempre fui el más joven en todas las categorías en las que participé”, comenta a menudo Fernando.
El paso definitivo en esta época deportiva lo dio en una carrera disputada en Mora de Ebro (Tarragona), en 1993.
“No había cumplido aun los doce años cuando Genis Marcó, (propietario de Genikart, importador de los motores Parilla y chasis Mike Wilson), le hizo una prueba. Se disputaba una prueba del Campeonato Catalán en Mora de Ebro (Tarragona), y Fernando sabía que estaba ante su momento más importante. Era muy maduro para su edad, siempre lo ha sido, incluso ahora, y ganó la carrera sin dar opciones a nadie. Se jugaba el ser o no ser en su incipiente carrera deportiva”, comenta José Luis.
“A partir de esa carrera Marcó dijo que disputaría con ellos el Campeonato de España, y ya dejé de ser su mecánico. Ganó el Campeonato de España 1993 con ellos, y hasta siempre”, dice José Luis, dando a entender que a partir de ahí la familia Alonso perdió de alguna forma a Fernando. En el colegio seguía teniendo buenas notas, cuando perdía alguna clase se las apañaba para recoger los apuntes de sus compañeros y aprobaba con bastantes buenas notas. Los profesores del Santo Ángel de Oviedo también colaboraron para facilitar la vida deportiva de “Nanín”, como le llamaban sus más íntimos.
“Mi padre siempre me ha inculcado unos valores y una educación que le tendré que agradecer siempre. Sabía valorar lo que tenía, el esfuerzo que les estaba costando en casa, porque somos una familia normal. Mis padres trabajaban los dos, y una buena parte de ese trabajo lo gastaba yo en el karting, la única forma de “pagar” de alguna forma ese esfuerzo era ganar carreras y dar satisfacciones deportivas. Ver la cara de mi padre después de cada victoria era la mejor paga que me podía dar”, comenta Fernando recordando aquellos momentos.
“Fernando era un crío y yo le estuve acompañando a las carreras todo el 93, el 94 y hasta finales del 95, que fue cuando IAME (el Ferrari del karting mundial) se hizo cargo de los viajes y de todo. Entre Genis y la IAME se hicieron cargo de todo”, dice José Luis.
“La constancia y el afán de ganar ha sido siempre algo que Fernando ha llevado siempre dentro. Aunque le digas que vaya despacio no hace ni caso. Si se encuentra cómodo y ve la oportunidad de ir más rápido lo hace sin más. No dice nada, marca un buen tiempo y después es cuando da las explicaciones, pero eso ha sido así a lo largo de su carrera deportiva, tanto en el kart como en los monoplazas”, comenta José Luis. “Hasta cuando iba con mi madre al colegio de pequeño le retaba a echar carreras a ver quien llegaba antes. Mi madre me dejaba ganar porque sino me enfadaba mucho. No me gusta perder ni al parchís”, dice Fernando, que nunca da nada por perdido. Cuando ganó el Campeonato de España junior de 1994 en el circuito de Aragón, cerca de Zaragoza, salió mal, pero no se rindió hasta que logró la victoria, demostrando una fortaleza mental impropia de su edad y que es una de sus grandes virtudes hoy en día.
Fernando siempre ha sido un piloto muy inteligente, y hoy en día pone en práctica todo lo que aprendió en el kart. Tiene más años de experiencia en competición que muchos de sus rivales, y este oficio se deja ver en la forma de “gestionar” sus carreras.
“Sabía acabar carreras segundo o tercero, conservando los neumáticos y el motor, para llegar a la final en las mejores condiciones. La cabeza siempre la mantiene fría, controla todo, sabía gestionar las carreras, tenía paciencia cuando había que tenerla. Asimilaba siempre los consejos. No valía de nada ganar preclasificatorias y después tener un kart destrozado”, comenta José Luis.
Fernando eso lo ha llevado también a la Fórmula 1. “No sirve de nada ser el mejor el viernes, o incluso tener la “pole” sino tienes un coche competitivo y fiable para la carrera. Lo importante es la carrera, e ir haciendo progresar el coche. Por eso muchas veces me preguntan los viernes si estoy preocupado por estar un poco retrasado, y respondo que no, que lo del viernes no deja de ser una preparación continua del coche. Hay que llegar a la carrera con el mejor coche posible. Si se puede hacer la “pole” está bien, pero lo importante son las carreras, que es donde se suman puntos”, comenta Fernando.
“Fernando no exterioriza mucho sus sentimientos, y cambia su tranquilidad fuera del coche, por un carácter combativo y duro en la pista”, dice José Luis. “A mi no me ganan los pilotos, me ganan los coches”, decía en su época de Minardi, y ahora lo está demostrando.
Pero llegar hasta la cima le ha supuesto muchos esfuerzos, más de una lágrima y una dedicación exclusiva. Consciente de las limitaciones económicas, y a pesar de que Marcó y IAME le ayudaban económicamente, Fernando, con 13 años ya hacía de mecánico para los niños de 7 u 8 años, y ganaba un dinero haciendo estas labores, para costearse algunos gastos. “Me gusta la mecánica y ayudar a otros críos me daba una satisfacción personal y me servía para ganar algo de dinero que servía de ayuda. Cobraba unas 100.000 Ptas y con eso intentaba quitar costos para no ser una carga para nadie”, dice Fernando, que en aquella época contaba con 14 años.
Sin duda el triunfo deportivo de Fernando ha sido el de una familia unida en torno a él. “Desde pequeño ya ganaba carreras y eso nos animaba a todos. La diferencia de edad con su hermana son cinco años y no había celos entre hermanos. Si hubiesen sido chicos los dos quizás hubiera suido distinto. Todos apoyaban al más pequeño, desde la abuela, la madre, la hermana, todos en casa le animábamos y después creo que Fernando ha sido de los pilotos internacionales que menos ha gastado del dinero de casa. Su carrera deportiva no nos costó mucho y a partir de los 14 año no costó nada”, comenta su padre.
Las participaciones en el campeonato italiano supusieron para José Luis y Fernando viajes de más de 2000km a bordo del Peugeot 405 diesel. “Salíamos los jueves después del colegio y mientras yo conducía, Fernando iba durmiendo en la parte de atrás. Cuando acababan las carreras el domingo, de nuevo 18 o 20 horas de viaje para regresar a Oviedo y que Fernando pudiera estar en el colegio el martes por la mañana”, comenta José Luis.
CAMPEÓN DEL MUNDO A LOS 15 AÑOS
Su encuentro con Genis Marcó fue vital para que su dominio en las pistas de kárting españolas se trasladara también fuera de nuestras fronteras.
CAPAZ DE IR A ITALIA CASI SIN HABLAR. Alonso dormía en casa de Genis Marcó y éste destaca que siempre estaba callado, pensando en volver a competir. Su timidez era asombrosa: “Como ahora, pero multiplicado por cien. Recuerdo un viaje a Italia en coche en el que podía haberse pasado todo el camino en silencio si yo no llego a decirle nada. Sus respuestas eran sí o no, nada más. Luego cogió confianza y, además, en muchos sitios éramos los únicos españoles”.
Con seis años, Fernando Alonso ganó su primera carrera. Y con siete, ya era campeón infantil de Asturias. Ocho victorias en ocho carreras. El niño había dejado de jugar para tomarse las cosas en serio: “Llevo 17 años compitiendo al máximo. La gente se asombra de mi juventud, pero yo no. En realidad soy un veterano, aunque siempre haya sido el más joven en todo lo que he corrido”. De ciudad en ciudad, y de título en título, con un Peugeot a los circuitos mientras los padres de los otros iban en BMW y Mercedes.
La carrera del chico fue fulgurante y José Luis, su padre, hacía de mecánico y consejero. Pasó a cadete y entonces la afición empezó a convertirse en algo prohibitivo. “Le compré un kart con 11 años y debíamos cuidarlo hasta los 18. Teníamos que empezar a competir en Europa y yo no podía hacer frente a esos gastos. Entonces apareció Genis Marcó. Él fue nuestra salvación. Entonces todo cambió. Él era importador de karts y Fernando estrenaba uno por carrera. Conseguía dinero de patrocinadores para pagar los viajes y si no lo ponía él. Es el Adrián Campos de los karts y en el fondo casi más importante”. El salto a la profesionalidad es muy caro. Una temporada con estos monoplazas a alto nivel salía por 20 millones de pesetas.
Genis Marcó, un catalán que es toda una institución en las carreras y también ha llevado a Antonio García, conoció a Fernando gracias al dueño del circuito de karts donde éste solía entrenarse: “Tú que buscas gente buena, tengo un chico que podría interesarte. Tiene mucho talento”. Genis le hizo una prueba: “En su segunda carrera, un Campeonato de España, acabó segundo. Algo innato tenía que tener”.
Marcó y Fernando empezaron a convivir juntos mientras José Luis hacía de mecánico. Más de uno se coló al no tratarle como el padre. Se creían que era uno más. Juntos comenzaron a viajar por Europa, sobre todo a Italia, donde pronto se hizo un prestigio a base de ganar a los intocables pilotos locales. En su primera prueba allí, hizo el segundo puesto en entrenamientos ante el asombro de todos. Pese a sus repetidas victorias en el Campeonato de España, nadie hablaba de su trayectoria.
Con un sueldo de 100.000 pesetas al mes, llegó con 14 años al Mundial de karts. Allí dio sopas con onda a un tal Kimi Raikkonen, sí Iceman, el ganador del último GP de Malaisia. Al final del 95, probó un Fórmula Toyota y le ofrecieron hacer el campeonato, pero las condiciones no eran buenas. En su primer año mundialista logró el tercer puesto y una temporada después, con 15 años, ya era campeón del mundo.
CAMPOS LE CONVIRTIÓ EN UNA ESTRELLA
Pensaba seguir en los karts, pero el ex piloto le fichó para la Fórmula Nissan de 1999, que ganó. Pasó a la F-3000, donde llamó la atención del gran circo.
Después del fallido proyecto de la Fórmula Elf Campus francesa, Alonso volvió al karting donde siguió como profesional... Hasta que se cruzó en su vida Adrián Campos. Aquélla fue la clave para que ahora el asturiano esté ahora en uno de los cuatro grandes de la Fórmula 1.
El ex piloto y jefe de equipo necesitaba un sustituto para Marc Gené en la Fórmula Nissan. El catalán, que al final ganaría el campeonato, no quería seguir en el campeonato de monoplazas y Adrián quería un hombre de talento. Antonio García le dijo que conocía a un chaval del kárting que era realmente bueno. Resulta que era el mismo chico que asombró a Campos en una prueba de exhibición de karts en Barcelona, el Marlboro Masters del 96. Adrián se reunió en junio de 1998 con él y su padre y le costó convencerles. “¿Seguro que no nos costará nada?”, dijo José Luis, desconfiado. “Seguro, seguro”. Era la tercera vez que el asturiano tanteaba su debut en los monoplazas y siempre había encontrado algún gato encerrado. “Aquella vez lo que más me sorprendió fue lo poco que hablaba. Apenas dijo palabra”, cuenta Campos.
Al término de aquella temporada, Alonso probó el coche de Gené en Albacete y al segundo día ya estaba rodando al ritmo de la pole del sabadellense. Era la segunda vez en su vida que llevaba un coche con marchas y ya iba como un tiro. Marc, asombrado, no cesaba de reírse en el muro de boxes. Aquel niño era un portento. Además de la resistencia inicial de los Alonso, Campos tuvo que luchar con el problema de subir un piloto no valenciano a un monoplaza patrocinado por el Circuit.
Al principio del Open de 1999, Fernando tuvo un par de salidas de pista cuando tenía de lejos la victoria. Una de ellas, muy sonada, fue en el Jarama. “Le dije que se tranquilizara —cuenta Adrián—, que no hacía falta que fuera con el dedo en la garganta todo el rato. Enseguida aprendió y el resultado fueron nueve pole position, seis victorias y ocho vueltas rápidas”. No tenía carnet y, con 17 años, volaba en los circuitos a 250 km/h. Se lo sacó nada más alcanzar los dieciocho, curiosamente sobre un Renault Megane y lo curioso es que, según el propio Alonso, “el profesor de autoescuela me decía que iba demasiado despacio”.
Alonso, con su primer título de monoplazas bajo el brazo, debía seguir su escalera hacia la gloria y el paso natural fue la Fórmula 3000, que compartía escenario con los Schumacher y Hakkinen. Ha sido la única vez que llevó sponsors para competir y a punto estuvo de no poder correr.
COMA SE FORMÓ EL CAMPEÓN
Una de las carreras que marcó el inicio de Fernando en los monoplazas fue la de Albacete.
“Para mi fue muy impresionante. Fernando fue a Albacete y no salía primero, pero en carrera se puso primero y cometió un error. A lo largo de la temporada siguió cometiendo errores cuando iba primero. Hablé con él y me dijo que tenía que aprender a ir al límite durante toda la carrera y “hasta que no aprenda no pararé”. En la segunda carrera en Albacete ganó, y recuerdo que le dije por la radio: “Fernando llevas 42 segundos al segundo ve más despacio”, y me dijo: “voy haciendo pastillas de frenos, no puedo ir más despacio”. Entre la primera y la segunda carrera de Albacete, recuerdo que tenía un nudo en la garganta, ya que me sabía mal por él el fallo que tuvo. Era la primera carrera y casi la gana, pero me cogió del hombro y me dijo: “No te preocupes la siguiente la gano”, y la ganó.
En la Nissan pasó ganando, poles… “En la Nissan fue muy emocionante la última carrera. Fernando llegó con todo perdido, Giao simplemente tenía que acabar delante de él o situarse entre los tres primeros y marcar la vuelta rápida, y así ganar el campeonato. Fernando tenía que ganar las dos carreras si Giao hacía segundo y hacer las dos vueltas rápidas. Se metió Scheckter por el medio ya que tan sólo corría esa carrera y había podido entrenar antes y llevaba toda la semana allí. Fernando no quiso pelear con él en la primera carrera, Giao estaba cuarto, y Fernando hizo segundo. La segunda carrera la tenía que ganar como fuera, y además, tenía que marcar la vuelta rápida. Fernando ganó e hizo la vuelta rápida. Pasó por meta y me dijo por la radio y me dijo: “Acabo de hacer la vuelta rápida, si me la quitan, dímelo”. Miré el televisor, y acababa de hacer la vuelta rápida. Se la quitaron tres veces, las tres veces se lo dije, y en las tres hizo la vuelta rápida. Esto fue en Valencia. Incluso con ruedas usadas viejas hizo el mejor tiempo que en entrenamientos. El quería ganar ese campeonato como fuera. De hecho, el día anterior yo le dije que si no ganaba no pasaba nada, que al año siguiente repetiría e incluso haría la F3000. Pero Fernando me dijo: “Si, vale, pero si mañana gano, mejor”. Y ganó.
“Fernando es la persona de este mundo que más confianza tiene en si mismo. Puede ser un defecto, ya que es abrumadora la confianza que tiene en sí mismo y eso puede llegar a ser un defecto cuando lo trasladas a otras cosas. Es un profesional, y es beneficioso. Fernando eso lo lleva muy bien. Es una persona humilde, sensata y una de las más inteligentes que conozco. Con 23 años sabe llevar las riendas de su carrera deportiva".
Después ganar la Nissan, el 13 de diciembre probó por primera vez un F1 en el circuito de jerez. “Estábamos en Jerez para probar a 6 o 7”, comenta Cesare Fiorio, ex director deportivo de Lancia, Ferrari, Ligier, Prost y Minardi. “Entre ellos estaba Fernando Alonso. Por la mañana llovía y pensamos que no podríamos probarlos de verdad, aunque quizás sería bueno para ver si alguno destacaba entre ellos. Todos dieron vueltas y al final del día Alonso resultó el más veloz con mucha diferencia, como un segundo y medio, y sobre se le veía que tenía de todo, cabeza, concentración, inteligencia, dotes que unidas al talento construyen un campeón”, comentaba el italiano.
“Era la primera vuelta, y sin haber conducido nunca un F1 y lloviendo, pasó delante del box y frenó en la primera curva en el mismo sitio que lo estaba haciendo Barrichello. Estaba asustado y le mandé parar y cuando llegó al box me preguntó Fernando, ¿qué pasa?, si había algún problema. Yo le dije que el problema lo podía tener él si seguía yendo tan rápido la primera vez que pilotaba un F1. Pero me contestó que iba despacio, como yo le había dicho. Ante esa respuesta le dije: “sigue despacio”, le dije. No cometió ningún error y fue estrepitoso. Luego era la famosa prueba del 9. Para un piloto joven, después de haberle dicho que ruede tranquilo, le damos la oportunidad de hacer una vuelta rápida. Lo normal es que ninguno mejore, porque van al máximo desde el principio, pero Fernando mejoró bastante su tiempo y lo primero que hice fue llamar a Gabriele Rumi para que le preparara un contrato por 10 años antes de que las voces de la F1 comenzaran a hablar de Fernando y nos lo quitaran.
Aquí tenemos el fenómeno de los fenómenos. En 40 años he tenido más de 300 pilotos y uno como este no lo había visto nunca. Este es uno de los pilotos que salen cada 10 años. Ha habido una era Schumacher, Prost, Senna, Piquet, y seguramente es candidato a protagonizar los 10 próximos años de la F1”, dice entusiasmado Fiorio, que aseguró que en sus 40 años gestionando pilotos, nunca había visto un talento como él.
“Fernando ha sufrido mucho, sobre todo en la F3000 cuando no le valoraban como piloto. Aprendió inglés rápidamente para hablar con los ingenieros de Astromega".
Y al final llegó el triunfo de Spa, después de un segundo puesto en Hungría, un premio al trabajo bien hecho.
Alonso es una persona extremadamente inteligente, es como una esponja, lo absorbe todo. “Normalmente cuando llegas a un circuito siempre hay una curva que es de una manera, pero luego es de una forma muy distinta y donde se gana tiempo. En seis ocasiones en la F3000, cuando salían todos los coches a la pista y sin conocer el circuito, en la primera vuelta cronometrada Fernando era el primero".
“Fernando fue piloto Minardi en julio en la carrera de Alemania. En el momento en que Fernando estaba pasándolo verdaderamente mal en la F3000, en la carrera de Alemania".
Pasó la F3000 y llegó la primera temporada de F1 en Australia. El debut en Australia fue de mucha emoción, nervios. Fernando no se había subido antes en el coche, y se le notaba mucho la juventud. No estaba acostumbrado pero estaba feliz. Era su época más feliz.
Un año muy duro. “Me acordaré siempre el día que llegamos a Australia, eran los entrenamientos oficiales. Sin darme cuenta le di un golpe en la pierna y le dije que no pusiera esa cara. Y el me contestó: “Como quieres que la ponga, son los oficiales y no estoy ahí”, comenta Adrián campos.
UN CHICO RESERVADO Y BUEN ESTUDIANTE
Fernando Alonso también es fiel a sus amistades. El ovetense conserva sus dos mejores amigos, Ricardo Morán y Alejandro Rodríguez, a los que conoció en los karts cuando tenía sólo cuatro años. Se conocieron en una carrera en Ribadesella y desde entonces son todo lo inseparables que les dejan sus compromisos. Pasaron de jugar al fútbol los domingos de carreras a salir a cenar y a jugar a los bolos en su Asturias natal. Son compañeros de bocadillo, Coca-Cola y furgoneta, recuerdos infantiles y primeros amores.
Esta parcela también está relacionada con las carreras. De hecho, Ramón y Alejandro siguen ligados a este mundillo. El primero es telemetrista del equipo de Adrián Campos y hace sus pinitos con la Copa Hyundai, mientras que Alejandro quedó tercero en el campeonato de Asturias de rallys. Ambos destacan la increíble rapidez de su amigo, al que sacan tres años: “La verdad es que no había manera de ganarle. Y eso que, de pequeño, era bastante bajito y nosotros algo más mayores. Siempre supimos que era bueno, pero cuando eres pequeño no tienes conciencia de estas cosas. No fue hasta que ganó el Mundial de karts cuando nos dimos cuenta de que llegaría lejos”.
Ramón destaca de la personalidad de Fernando su timidez: “Muy reservado. Nunca le gustó salir de copas como otros chicos de su edad. Lo suyo ha sido estar tranquilo con su familia y salir si acaso de tarde. Aún quedamos de vez en cuando. Las carreras te hacen madurar antes”.
Y es que desde temprana edad, el trío de Ribadesella tuvo que crecer muy deprisa. Debían estudiar durante las competiciones, que muchas veces eran fuera de Asturias, y no disponían del tiempo que tenían otros chavales de su edad. “Pese a eso —cuenta Alejandro— Fernando siempre sacó muy buenas notas. Nunca tuvo problemas. En realidad, siempre hace bien todo aquello en lo que se empeña”.
El ovetense estudió de los cuatro a los catorce años (1985-95) en el colegio Santo Ángel de la Guarda. Allí cursó primaria y EGB. Lo dejó en octavo y de los profesores de entonces sólo quedan dos. Uno de ellos, Antonio Pastrana, reconoce haber madrugado en el GP de Malaisia. Más patente aún es la huella de Alonso en su instituto, el Leopoldo Alas Clarín de San Lázaro, donde estuvo de 1995 a 2000. El director, Alberto Saráchaga, expediente en mano, recuerda a Alonso como un “buen estudiante, salvo en COU, curso con el que no pudo copado por los compromisos deportivos”, y le describe “equilibrado y tímido”.
El centro tenían una notificación del Ministerio de Educación para que Nano pudiera compatibilizar las clases con la competición, al ser considerado por el Estado deportista de alto nivel. Alonso hacía pellas consentidas.
INSEPARABLES DESDE PEQUEÑOS.Alejandro Rodríguez, el más alto y corpulento, y Ricardo Morán guardan fotos de aquellos fines de semana con olor a gasolina. Nano, siempre entre ellos.(RV RACING PRESS)
EL PILOTO PREDILECTO DEL JEFE SUPREMO
Bernie Ecclestone, el patrón de la F-1, intervino directamente para que el asturiano fichara por Renault y debutara con Minardi en la temporada 2001.
FIN DE SEMANA DEL DEBUT. Minardi llegó al GP de Australia de 2001 en unas condiciones terribles. Estuvo a punto de desaparecer. El coche no se acabó de montar hasta un día antes de la prueba y hasta las pegatinas eran provisionales. Alonso terminó la carrera.
Cuando Fernando Alonso se bajó del podio después de vencer en Spa con la Fórmula 3000,aquello parecía un mercado persa. Allí estaba Gerhard Berger, de BMW, que fue a felicitarle. Y hubo otros grandes que se interesaron por él. También Ferrari y un equipo emergente que volvía al año siguiente con la escudería Benetton, Renault. Debían comprar los derechos del ovetense a Minardi, que se adelantó a todos el verano anterior.
Williams no lanzó una propuesta muy clara y Ferrari condicionó su relación con la escudería a un período indefinido como piloto de Prost. Fue la marca gala quien más se volcó con aquel chaval de 19 años. Cinco años de contrato y un proyecto para hacerle campeón.
En ese momento intervino Bernie Ecclestone, el dueño de la Fórmula 1, que se reunió con el chaval y su mánager Adrián Campos y les hizo saber que Renault iba en serio y, para debutar en el gran circo, podía hacer una temporada cedido en Minardi. Ecclestone estaba preparando la era post Schumacher y había visto en Fernando un talento descomunal. Además, con este joven español podía conseguir relanzar la F-1 en uno de los mercados de Europa donde peor funcionaba. Meses después de aquella reunión, Alonso achuchaba en Montmeló con su submotorizado Minardi a los Benetton Renault, mientras Ecclestone afirmaba orgulloso: “Mi equipo ideal de pilotos lo formarían Michael Schumacher Y Fernando Alonso”. Casi nada.
Pese a tener muchos abandonos y problemas a lo largo de aquella campaña, Alonso asombró a la prensa especializada. La revista británica Autosport le nombró tercer piloto más valorado del año, por detrás de Michael Schumacher y David Coulthard. En Suzuka llegó a adelantar al BAR de Panis, 100 CV más potente, en su mejor carrera hasta Melbourne 2003. Y su lucha durante todo el año fue hacer la pole de los pobres, el 18º puesto. Por coche, debía ser el 21º. Sólo una vez, en el GP de Malaisia, fue batido por su compañero de equipo Tarso Marques. Y fue por un calvario mecánico.
Fernando cumplió veinte años en Hockenheim y allí logró su mejor puesto de la temporada, décimo. Sin llegar bien a los pedales (era el coche de Marques) y con el motor a punto de reventar: “It’s fantastic, fantastic”, repetía sin cesar el dueño del equipo, Paul Stoddart. El australiano quiso seguir con él un año más, pero Alonso debía dar ya el salto a uno de los grandes, Renault.
ALONSOMANÍA
La pole y el podio de Malaisia han desatado la pasión por ‘Nano’, al que los ingleses ya alaban tras criticarle por llegar a la F-1 en el lugar de Button.
La Alonsomanía comenzó en Malasia, pero la primera piedra se puso en el GP de Francia 2002, cuando fue anunciado como piloto titular en sustitución de Jenson Button para 2003 . La prensa británica montó en cólera y se dedicó a destacar la presunta inexperiencia del asturiano. A Briatore no dejaron de preguntarle por su decisión y ahora se deshacen en alabanzas con él. El verano pasado Fernando entró de lleno en el desarrollo del nuevo coche, el R23, con visitas diarias a la fábrica desde su apartamento de Oxford y aportaciones como la posición de conducción, la más tendida del gran circo. El resultado, el mejor chasis de la F-1.
Parece mentira que el ovetense haya sido criticado en Gran Bretaña, porque en realidad es ya casi un hijo adoptivo. Lleva dos años viviendo allí. Primero en un apartamento típicamente inglés en pleno centro de Oxford y desde el 13 de enero pasado en otro más amplio en un suburbio de lujo de la ciudad, The Waterways. Todo blanco, de parqué y con muebles de Ikea. Dos habitaciones. 900 euros al mes de alquiler.
El niño de todos. Desde allí, prepara sus viajes y supervisa todos los detalles. Su obsesión por el trabajo es total y lo suaviza con un excelente humor. Desde que llega a la fábrica del equipo, una broma por aquí, una sonrisa por allá... Es el niño de todos y la pimienta latina en un ambiente aséptico y aburrido. Nano está a las diez en la cama, pero no le importa. Nunca fue trasnochador.
La preparación física es fundamental en su vida. Sin ella quizás no hubiera podido acabar la carrera de Sepang. Con 39º de fiebre, el corazón bombea más lento y el cerebro puede tener pérdidas de concentración. Con niveles casi de ciclista, el ovetense tiene 42 pulsaciones en reposo. Y puede llegar a 210. Su mayor capacidad para rendir en circunstancias extremas le ayudó a mantener el Renault en la pista.
Se machaca tres horas al día para mantenerse en forma. Matteo, su preparador, ha sido campeón de Italia de triatlón. En otra época de la F-1, Alonso no habría podido terminar la carrera, y más después de pasarse la noche del sábado al domingo casi sin dormir y sobre unas toallas empapadas por su sudor. Pero ahora, los pilotos son auténticos atletas. ¿Para cuándo el próximo podio? Es una incógnita pero con El Toro, como le llaman en el equipo, todo es posible.
EXPERIENCIAS ÚNICAS. Renault le lleva cada pretemporada a Kenia y hace descenso de dunas. En España, le hemos visto ir en bici con Heras. En la imagen, junto a Schumacher.